Aprende a separar la vida personal de la laboral

A todos nos ha pasado que, en algún momento  de nuestras vidas, nos hemos terminado llevando el trabajo a casa y la casa al trabajo. Por propia experiencia sabemos que, cuando eso ocurre, en vez de solucionar problemas, terminamos generándolos.

La gran cantidad de horas que le dedicamos a nuestro trabajo, sobre todo si somos autónomos o estamos pensando en montar nuestra propia empresa puede hacer que solamente vivamos para nuestro trabajo. Llevarnos los problemas del trabajo a nuestra casa y viceversa significa no tener un momento para descansar al haber contaminado un ámbito con otro. Esto nos puede llevar a padecer estrés, a no poder prestar la atención suficiente, a despistes, depresiones y hasta a padecer burnout (o síndrome de desgaste profesional). Todos los expertos recomiendan no mezclar ambas cosas y tener muy delimitado el límite entre las dos.

 

¿Cómo puedo separar mi trabajo de la vida personal?

 

  1. Mi trabajo es el trabajo y no mi vida.

En muchas ocasiones confundimos el trabajo con el resto de nuestra vida.

Como dicta un proverbio chino: “trabaja para vivir y no vivas para trabajar”. Con ello quiere decir que la finalidad última de un trabajo es conseguir dinero para pagar todas aquellas cosas de la vida que cuestan. Pero, si solo trabajamos, no tendremos tiempo de disfrutarlas.

Mucha gente se refugia en el trabajo o se obsesiona con él como fin último en la vida. Si vemos que fuera de las ocho horas diarias de nuestro  trabajo tenemos la necesidad de volver a trabajar, seguramente tenemos un vacío que llenar.

 

  1. Establece horarios fijos.

No trabajes más de lo necesario: si eres autónomo o estás montando tu empresa reserva un par de horas a la semana y uno o dos días libres en los que esté prohibido trabajar. En muchas ocasiones seguimos trabajando por rutina sin darnos cuenta. Ponte una alarma en la que tengas que dejar de trabajar y, si es urgente, ve apuntando las horas extra que trabajas demás y las usas para otro día. Así evitarás que el trabajo se lleve el resto de tus 24 horas diarias.

 

  1. Prohibido hablar de trabajo.

Una vez cruces la puerta de la oficina o se acaben las horas que hayas estipulado de trabajo, quedará terminantemente prohibido hablar de él. En la mayoría de casos, nos juntamos con gente de nuestra empresa y seguimos hablando del trabajo sin desconectar. Prueba a hablar de otras cosas, experiencias, viajes, gustos… verás como el trabajo  queda en un segundo plano y vuelves renovado.

 

  1. Intenta que no te afecte emocionalmente.

Quizás este sea el punto más difícil de cumplir pero también es el más necesario. Intenta dejar el estrés y los problemas del trabajo, en el trabajo. Una vez cerrada la oficina, no podrás hacer nada hasta el día siguiente.

Si es un tema que te angustia de verdad, coméntalo e intenta despejarte de otra forma, que hablar de ello no se convierta en rutina. Además, con la cabeza despejada seguro que se te ocurren más soluciones que si estás todo el día pensando en ello.

 

  1. Utiliza un móvil para el trabajo y uno para temas personales.

A no ser que estés de guardia, tener tu móvil de trabajo en silencio te evitará que estés todo el día con la cabeza en ello.

¿A cuántos nos ha pasado que estábamos comiendo o viendo una película y han empezado a hablar por el grupo de trabajo? Automáticamente nos transportamos a la oficina y lo que estemos haciendo en ese momento deja de importar.

 

  1. Trabajos hay muchos, vida solo una.

Todos sabemos que sin dinero no vivimos pero tenemos que tener claro hasta qué punto queremos sacrificar nuestro tiempo y nuestra vida personal por un trabajo.

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