Competitividad en una empresa: ¿es buena o mala?

Siempre hemos escuchado que la competencia entre compañeros es mala. La primera asociación que hacemos de esta palabra es negativa, pero sin embargo esto no tiene porqué ser así.

Al igual que pasa entre empresas de un mismo sector, la competencia es algo que nos puede llevar a la ruina  (arruinar a nuestra competencia, hablar mal de ellos, hacer competencia desleal) o puede ser un factor clave que nos  haga  rendir mucho más.

La competitividad dentro de una empresa es algo muy parecido y dependerá de cómo el departamento de recursos humanos sepa gestionarla. Si saben usar esta a su favor, seguramente no solamente aumente la productividad sino que además propicie el avance y la mejora continua.

Es decir, es una herramienta que será buena o mala dependiendo de cómo la usemos. Lo primero que tendremos que separar es la asociación de competencia con fracaso. Inconscientemente muchos trabajadores asocien a alguien competitivo con alguien dispuesto a dejar mal a sus compañeros con tal de triunfar.

Al contrario, alguien competitivo es una persona que no tiene miedo al fracaso, alguien capaz de arriesgar proponiendo nuevas ideas, innovando, alguien que busca  la mejora común.

Alguien que hace esto seguramente haya fracasado anteriormente pero no se ha dado por vencido. Y es que generalmente una idea buena proviene de veinte malas. El departamento de recursos humanos tiene que ser capaz de transmitir este concepto de competitividad.

¿Cómo hacerlo? Alentando la exposición de nuevas propuestas, recalcando siempre el lado positivo de todas las ideas de los trabajadores, no castigar a nuestros empleados si una propuesta no es viable (igual  en otro momento si se puede hacer).

 

Diferenciar competencia positiva de la negativa

Si queremos alentar una competitividad positiva entre nuestros empleados tendremos que dejar bien claro que cualquier signo  de competencia desleal será mal visto.

Si sin querer no hemos conseguido hacer que nuestros empleados tengan un ambiente laboral sano, la competitividad mala creará un ambiente de engaños, falsedad y mentiras. Al final hasta los problemas entre empleados pueden afectar a la productividad de la empresa.

Con una competitividad mala el ambiente laboral no es el idóneo, los empleados van desganados, con mal humor, rinden menos y crece el absentismo. Al final hasta los empleados terminarán por querer buscar otro lugar de trabajo con menos tensiones. 

Por lo tanto queremos una competitividad basada en el respeto, en la motivación de todos los trabajadores por conseguir mejorar su nivel cada día, sin poner en peligro el trabajo de los empleados.

 

¿Cómo fomentar la competitividad buena?

En tu empresa fomenta el respeto y la empatía entre los compañeros. Alienta a aquellos que den buen ejemplo de estos sentimientos de sensibilidad y respeto, e incita a los más reacios a que actúen igual.

Desaprueba cualquier muestra de calumnia o desprecio, y todas aquellas acciones en las que se vean perjudicados sus compañeros.

Organiza trabajos de equipo, salidas, meriendas, actividades que promuevan la cooperación, así como los elogios entre compañeros: el reconocimiento es un gran barómetro del ambiente de trabajo y un gran motivador.

Brinda las mismas oportunidades a todos los miembros del equipo, para que se puedan desarrollar y convertirse en miembros competitivos dentro del negocio. Haz que se enfrenten a retos que les hagan crecer como profesionales, delega tareas, proyectos cada vez más ambiciosos…

Cuando pienses en tu equipo piensa en una colmena, todas las abejas trabajan sin descanso para que esta crezca.

En resumen, la competitividad en una empresa existe. Normalmente se dan las dos, buena y mala. Estará en nuestra mano y en la gestión del equipo de recursos humanos orientar esta y convertirla en algo provechoso para todos.

Deja un comentario