Las ventajas de la jornada intensiva en verano

La jornada intensiva en verano supone un alivio para los trabajadores. No importa si para cumplir su jornada laboral correspondiente a su contrato han de madrugar y modificar el horario matinal, lo prefieren con tal de no sufrir la jornada vespertina en el puesto de trabajo sin que ésta sea lo suficientemente productiva.

La mayoría de los trabajadores suele estar más activo y despejado por la mañana, siendo éste el periodo más efectivo para sacar adelante todas las tareas sensibles y otras que no lo son tanto. El verano tiene muchas ventajas, pero para las sesiones profesionales que se pueden ver comprimidas a sólo la presencia matinal, -no todas tienen estas posibilidades disponibles debido a la actividad que desarrollan-, resistir el turno de tarde cuando hay empresas colaboradoras que sí tienen horario de verano, supone un descalabro.

Es por eso que muchas empresas con actividad básicamente de oficina y de despacho como se entiende habitualmente, alargan las horas de la mañana y a las 15.00 horas han terminado su jornada laboral vespertina. La productividad continúa su ritmo pero la plantilla abandona antes la oficina para aprovechar sus horas con los hijos, el otro elemento familiar que reclama atención porque ellos ya no tienen tampoco que acudir al colegio y necesitan compañía.

Con esta medida se reducen los gastos fijos de mantenimiento del despacho, los empleados regresan antes a sus domicilios sin tener que sufrir la inactividad laboral de la tarde, y en septiembre vuelve el horario completo que les adecúa al ritmo consensuado entre las empresas.

En general esta es una práctica común incluso en determinados negocios abiertos al público como bancos e incluso comercios, ya que la actividad decae considerablemente en horario de tarde por las altas temperaturas y la menor afluencia de público.

Los normal es que la jornada intensiva en verano comience en mayo o junio y acabe en septiembre con la vuelta al colegio de los estudiantes. Se llama la vuelta a la vida normal después del periodo vacacional donde pequeños y mayores llegan a sufrir una especie de síndrome ya tratado por los psicólogos y que tiene que ver con cierto decaimiento de ánimo e incluso depresiones.

Y para que no se haga demasiado drástico el cambio de la vuelta de vacaciones a la rutina y las obligaciones profesionales, quienes disfrutan de jornada intensiva lo ven como una ventaja frente a los que no cambian durante todo el año.

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